Estaban unos curitas misioneros pidiendo caridad para los pobres en las casas de un barrio de clase alta.
Cuando llegan a una de estas casas, tocan la puerta y abre una señora. Los curitas dicen:
Dios la bendiga, buena dama. Somos hermanos de Cristo.
¡Pues qué bien se conservan!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario