Estaban unos curitas misioneros pidiendo caridad para los pobres en las casas de un barrio de clase alta.
Cuando llegan a una de estas casas, tocan la puerta y abre una señora. Los curitas dicen:
Dios la bendiga, buena dama. Somos hermanos de Cristo.
¡Pues qué bien se conservan!
viernes, 23 de abril de 2010
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